Circunstancial falta de nafta en un país no creíble
La parada de una refinería de YPF por razones de mantenimiento y barcos listos para reemplazar la correspondiente faltante en cuanto les pagaran -hace unos días- generaron un desabastecimiento de nafta. ¿Qué tuvo de especial el evento? En particular, ¿Qué explicó que durante días millones de argentinos pasaran horas tratando de conseguir combustible?
Los libros de texto de microeconomía cuentan con un nuevo ejemplo elocuente. Quienes miran la realidad desde la tribuna enfáticamente afirman que cómo puede ser que la petrolera estatal decida hacer el mantenimiento sin avisar o sin coordinar, y también cómo puede ser que haya dólares para financiar viajes de funcionarios y no para importar combustibles.
Todo esto es cierto, pero quiero destacar otro aspecto de la cuestión, relacionado con la importancia de la credibilidad, o falta de ella, en los anuncios y las decisiones de las autoridades por parte de la población. Está claro que el episodio no se puede explicar por la insólita política tarifaria que desde hace muchos años lleva adelante el Gobierno, sino por hechos puntuales y sobre todo transitorios. Los cuales se solucionan de manera puntual.
¿Qué hubiera ocurrido en un país donde la población le cree a sus autoridades, si estas anuncian que, efectuado el pago a "los barcos" que estaban fondeados en Montevideo, en 72 horas se regularizará la situación? Que sólo cargarían combustibles aquellos que tuvieran el tanque vacío.
Por el contrario, ¿Qué ocurrió en iguales circunstancias en la Argentina 2023? Que millones de compatriotas salieron corriendo a llenar sus tanques de combustible generando una verdadera "corrida naftera", equivalente a una corrida bancaria o cambiaria. En términos técnicos, el faltante de oferta aumentó la demanda, no meramente la cantidad demandada.
No lo hice, pero juego plata a que si hubiera hecho una encuesta entre quienes pretendían cargar nafta en una estación de servicio, en promedio debían tener por lo menos medio tanque lleno. A los pocos días la situación se normalizó y los estacioneros se encontraron con la situación contraria: transitoria caída de la demanda, hasta que se consuma la que pasó de los tanques de los vendedores a los de los usuarios.
Guillermo Calvo tiene razón cuando le asigna mucha importancia a la cuestión de la credibilidad. Ojalá el próximo gobierno la pueda recuperar, al menos en parte.